[VÍDEO] Lo que hizo este padre por su hijo te sacará las lágrimas

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Seguimos recopilando historias en este precioso Día del Padre de 2020. Padres que lo dieron todo por sus hijos, aunque hubiera que desafiar a las normas establecidas por la sociedad.

En este caso, vamos a hablar de una de las historias de los Juegos Olímpicos más emotivas de toda la historia de este evento. Imposible no emocionarse ante tal relato de valor, deportividad y amor paternofilial.

Nos remontamos al año 1992. Ese verano se celebraron los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, una cita deportiva que transformó la ciudad por completo. Barcelona se adaptó a los tiempos modernos y se convirtió en uno de los lugares más emblemáticas del mundo y en una parada obligatoria para los que visitan Europa.

La historia de Derek Redmond y su padre

El británico Derek Redmond era una de los grandes favoritos para llevarse el oro en la carrera de los 400 metros lisos. Tenía el récord de su país y su objetivo era claro: conseguir la mejor medalla en la carrera más importante de su vida.

En una de las semifinales, Redmond no debía tener ningún problema para clasificarse para la gran final. Partió de la salida a gran velocidad, situándose entre los primero, pero cuando afrontaba la curva para entrar a la llegada tuvo un pinchazo en la parte posterior del muslo derecho, tal y como explica el Diario Marca.

El corredor se tiró al suelo y, desolado, se echó a llorar. En el momento más decisivo, el cuerpo le había fallado. No podía luchar por el sueño por el que tanto había luchado.

Pero la historia tenía un final feliz… En ese momento, el padre de Derek Redmond saltó a la pista con la clara intención de ayudar a su hijo. ¿Si tanto había luchado para estar en esos Juegos Olímpicos, por qué por lo menos no cruzar la línea de llegada?

El vídeo de su padre acompañándolo en brazos se ha convertido en auténtico ejemplo de lo que representan los valores en el deporte. De hecho, hasta alguno de los oficiales intenta parar al padre, advirtiéndole que no es legal lo que está haciendo. Pero, él, visiblemente enfadado, decide seguir con su trayectoria y obviar lo que le dicen los jueces.

El vídeo habla más que cualquier explicación, así que aquí les dejamos las imágenes:

 

El relato de Derek Redmond

En un artículo que publicó Soho, el propio atleta cuenta cómo vivió un momento tan duro como ese en su carrera:

“El llanto no me dejaba pensar. De pronto, sentí una necesidad inexplicable de levantarme y llegar a la meta. ¿Para qué? No sé explicarlo. Fue un impulso que parecía justificar mis cuatro años de entrenamiento. Y eso hice. Me paré como pude y dando pequeños saltos sobre el pie izquierdo, comencé a avanzar. El público se levantó y comenzó a aplaudirme como muchos competidores hubieran querido. Recibí una ovación que todavía retumba en mi corazón. Y aunque iba saltando en un pie, no iba a llegar nunca; me faltaban 150 metros.

Tal vez por eso, sin darme cuenta, sentí que alguien venía corriendo tras de mí para ayudarme: era mi papá. Luego de que él le explicara a un guardia de seguridad quién era, saltó de la tribuna, se metió a la pista y con su brazo trató de ayudarme para que yo me apoyara en él, mientras me decía que no me rindiera y que estábamos cerca del final. Así, todavía saltando en un pie y gracias a su ayuda, llegué a la meta. Yo no podía dejar de llorar, mi padre tampoco, mientras que la gente no paraba de aplaudirme.”

Sin duda, un relato precioso para una de las derrotas más celebradas de la historia del deporte.

 

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