Es domingo por la tarde. La alarma del coche del vecino suena por tercera vez y nos asomamos a ver qué pasa. Observamos que el vecino se encoge de hombros y se pregunta por qué está haciendo el coche ese ruido tan desagradable. ¿Será el viento? ¿Se habrá metido un gato en el motor? Nadie está intentando robar el vehículo, pero el ruido, la alarma, es real.
Algo parecido les ocurre a las personas que experimentan el llamado dolor nociplástico: sufren un dolor muy real, pero cuando se realizan pruebas médicas para ver qué lo causa, todo parece estar bien. ¿Qué puede estar ocurriendo entonces? Los últimos avances científicos pueden ayudar a explicarlo.
A vueltas con el dolor
El dolor es una experiencia que todos hemos vivido en algún momento, pero su definición puede resultar, en ocasiones, bastante compleja. La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés) lo describe como “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con, o similar a la asociada con, daño tisular real o potencial”.
Aunque esta definición parece precisa y global, el concepto de dolor ha evolucionado a lo largo de la historia. Derivado de esta continua actualización, recientemente ha aparecido el término “dolor nociplástico”.
Noci… ¿qué?
En el dolor nociplástico, a diferencia de lo que ocurre con los otros dos tipos de dolor (nociceptivo y neuropático), el sistema somatosensorial, encargado de recibir e interpretar todos los estímulos que llegan al cuerpo, interpreta que el tejido está dañado a pesar de no estarlo.
En el caso de la modalidad neuropática, el sistema que percibe y procesa sensaciones como el tacto o la temperatura no funciona bien. Pero cuando se produce el dolor nociplástico, ni dicho sistema ni el tejido nervioso están alterados. Se generan falsos avisos de daño en los tejidos, a los que el cerebro responde amplificando esas señales y perpetuando el dolor.
La persistencia del dolor nociplástico parece estar relacionada con factores psicosociales como fatiga, problemas cognitivos, ansiedad y otros desencadenantes que provocan cambios en las neuronas.
Los expertos han hablado
En la última clasificación internacional de enfermedades de la CIE-11, desarrollada por 300 especialistas de 55 países, el dolor crónico aparece como enfermedad. Y dentro de esta se incluye la subcategoría del dolor nociplástico.
Es importante señalar que no es un diagnóstico médico en sí mismo, sino un término para describir ciertos síntomas en un contexto clínico. Algunos síndromes incluidos en el nuevo concepto de dolor son la fibromialgia, el síndrome de fatiga crónica y otros trastornos de dolor funcional.
Con esta clasificación se busca ayudar a entender el origen de algunas enfermedades y clasificarlas en diferentes categorías de dolor. Algunas dolencias no encajaban en la antigua clasificación, que solo consideraba la modalidad nociceptiva y neuropática. La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor ha aclarado que los dolores nociceptivo y nociplástico pueden coexistir.
La novedad ha captado la atención de los medios de comunicación. Recientemente, un artículo publicado en The Economist explicaba que algunos pacientes están comenzando a probar los beneficios de tratamientos diseñados específicamente para el dolor nociplástico. Incluyen el trabajo en la mejora de la calidad de sueño, el aumento de la actividad física, la mejora del estado de ánimo o la modificación de la actividad cerebral con ciertas combinaciones de terapia psicológica, fisioterapia y fármacos.
Aunque estos tratamientos aún se encuentran en fases experimentales, existe un consenso general en la comunidad médica de que el enfoque debe ser multidisciplinar, es decir, debe aunar intervenciones psicológicas y de fisioterapia como componentes fundamentales del tratamiento.
No todos están de acuerdo
La Asociación Europea de Pacientes con Dolor, conocida como Pain Alliance Europe, ha emitido una declaración que refleja su posición con respecto a la aparición oficial del dolor nociplástico. Esta organización resalta los posibles beneficios de la clasificación emergente, aunque con cautela, dada la falta de consenso científico universal en torno al término.
La principal controversia se encuentra en que algunos expertos ya utilizaban el término “dolor funcional” para referirse a esa clase de molestias y consideran que el nuevo concepto simplemente cambia un nombre por otro. Otros expertos argumentan que todavía se necesita más investigación sobre los mecanismos biológicos que explican este tipo de dolor y, por ello, recomiendan mantenerse a la espera.
Sin embargo, lo consideran prometedor para los pacientes, ya que les da la posibilidad de tener un diagnóstico en casos previamente indefinidos. Así pueden tener acceso a tratamientos médicos, cobertura de seguro y programas específicos. La existencia de un diagnóstico también se percibe como un medio para reducir el estigma social y empoderar a los pacientes, evitando que se sientan incomprendidos.
El grupo de expertos en dolor pediátrico de la IASP (Pain in Childhood Special Interest Group) también ha compartido su opinión sobre la definición del dolor nociplástico. Según estos expertos, aunque la nueva clasificación CIE-11 resulta útil en adultos, su aplicación en niños se complica debido a diferencias, como el hecho de que el sistema nervioso infantil aún está en desarrollo.
Solo es el principio
En resumen, el dolor nociplástico es un término nuevo que todavía genera debates en la comunidad científica. Los expertos muestran cautela frente a esta nueva definición y enfatizan la importancia de continuar investigando en el ámbito del dolor, tanto en adultos como en niños.
El objetivo es entender el dolor crónico desde una perspectiva más completa, considerando los aspectos físicos y psicosociales involucrados en su mantenimiento y desarrollo. O volviendo al ejemplo del principio, averiguar por qué suena la alarma del coche, si nadie lo está robando. Esto puede ayudar a entender cómo apagar la alarma: abrir nuevas puertas en el tratamiento de condiciones dolorosas que antes no se comprendían.
Por Rocío de la Vega de Carranza, Investigadora Ramón y Cajal (Psicología), Universidad de Málaga; Guillermo Ceniza Bordallo, Predoctoral Researcher in Nursing, Physiotherapy and Podiatry. , Universidad Complutense de Madrid.
Este artículo se vuelve a publicar de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.