Durante el martes 7 de septiembre, luego de un año de receso por motivos de la pandemia del COVID-19, se reinició el juicio al presunto cerebro de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en contra de los Estados Unidos. Los islamistas Jalid Sheij Mohamed, y otros cuatro acusados, detenidos en la base naval de Estados Unidos en Guantánamo, Cuba, acudieron a la audiencia esperando el veredicto sobre un proceso que lleva nueve años de audiencias previas.
De acuerdo con El Colombiano, desde el anuncio de los cargos en febrero del 2008, el caso fue primero desestimado y luego readmitido. La primera audiencia fue el 5 de mayo de 2012. Desde entonces hubo decenas de instancias, todas en la fase previa al juicio.
La defensa intenta demostrar que las pruebas presentadas por el gobierno están teñidas por la tortura a la que fueron sometidos los acusados mientras estuvieron bajo custodia de la CIA.
Mohamed y sus supuestos cómplices, Amar al Baluchi, Walid bin Atash, Ramzi bin al Shibh y Mustafa al Hawsawi, presos desde hace casi 15 años en Guantánamo, enfrentan la pena de muerte por cargos de terrorismo y asesinato de 2.976 personas, ante el Tribunal de Crímenes de Guerra.
Es de señalar que esta audiencia es la primera que se realiza en este 2021, sin embargo, se vio de nuevo frustrada ya que el nuevo juez militar del caso, el coronel de la Fuerza Aérea, Matthew McCall, levanto la sesión, trascurridas solo dos horas y media de la diligencia, alegando cuestiones de procedimiento relacionadas con su nombramiento. En un tribunal de crímenes de guerra se permite a los abogados de ambas partes cuestionar al nuevo juez por su posible parcialidad.
Además, se puso en consideración el fallo de un tribunal de apelaciones militar, que apoyó la destrucción de un sitio clandestino de la CIA donde algunos de los acusados pudieron haber sido torturados antes de llegar a Guantánamo, devolviendo el caso a su tema central: ¿pueden personas que fueron sometidas a torturas metódicas ser juzgadas de manera justa con el debido proceso que promete la ley estadounidense?
De esta manera, en los días restantes de la semana, el proceso consistirá principalmente en reuniones con los fiscales militares y los equipos de defensa.
La audiencia
Esta audiencia tuvo lugar en una sala de alta seguridad de la comisión militar en la cima de una colina, la cual está rodeada de vallas de alambre de espino, cada uno con su propio equipo de defensa, y a la que asistieron familiares de las víctimas, y medios de comunicación, los cuales registraron para el mundo entero, el momento en que Mohamed ingresó a grandes pasos a la sala del tribunal, en medio de un gran número de fiscales, traductores y equipos de la defensa. Así mismo hicieron el ingreso el resto de imputados, los cuales contaban cada uno de ellos con una escolta de militares.
Con decenas de peticiones para exigir pruebas que los fiscales militares se niegan a entregar, los abogados de la defensa dijeron que la fase previa al juicio podría durar fácilmente otro año, lo que aleja cualquier esperanza de un juicio con jurado y un veredicto. Al preguntarle si el caso podría llegar a ese punto, un abogado defensor, James Connell, respondió: “No lo sé”.
Los abogados afirman que los cinco acusados -Mohammed, Ammar al-Baluchi, Walid bin Attash, Ramzi bin al-Shibh y Mustafa al-Hawsawi- están débiles y sufren los efectos duraderos de las graves torturas sufridas en los sitios “negros” secretos de la CIA entre 2002 y 2006. A esto se añade, según los abogados, el impacto acumulado de 15 años en condiciones duras y aisladas desde su llegada.
Según La Tercera, Bin Atash, quien presuntamente ayudó a planificar los ataques del 11-S, de kufiya rosada y chaqueta de camuflaje beige, caminó lentamente con una prótesis en una pierna que perdió en un tiroteo en Afganistán en 1996.
Al-Shibh, miembro de la “Célula de Hamburgo” de secuestradores, también vestía una chaqueta de camuflaje color arena sobre sus pantalones de algodón blanco, aparentemente en recuerdo de sus días como miembro de la red yihadista Al Qaeda.
Baluchi, también conocido como Ali Abdul Aziz Ali y sobrino de Mohamed, dejaba ver una barba negra corta debajo de su máscara y llevaba una gorra sindhi de su Baluchistán natal, en Pakistán, junto con un chaleco tradicional sobre una túnica blanca. Está acusado de las transferencias de dinero para los atentados.
El quinto imputado, Hawsawi, que trabajaba con Baluchi, entró de túnica blanca estilo saudí Thobe. Llevaba una almohada que colocó en la silla del hospital reservada para él, debido al daño rectal que sus abogados dicen que sufrió en los interrogatorios de la CIA.
El reinicio de este juicio se da en momentos en que el presidente Joe Biden ha demandado la desclasificación de documentos relacionados con el atentado del 9/11, un hecho que podría destrabar el proceso permitiendo que se llegue a una conclusión.
Al respecto, Patricia Stottlemyer, abogada de Human Right, ha expresado que “Hay una batalla extensa sobre el acceso a la evidencia que sería necesaria en un juicio de este tipo, que es de pena de muerte, lo que llevaría también a la desclasificación de documentos que revelen los métodos a través de los cuales se obtuvo esa confesión”.
Agregó finalmente la funcionaria que “la única manera de saber con certeza si estas personas son realmente responsables de los terribles eventos del 11 de septiembre es permitiéndoles un juicio justo. Es algo que le debemos a los cientos de familias que perdieron a los suyos ese día: la posibilidad de que se haga justicia”.
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